Hola buenos días.
Ultima entrada de este 2018.
Otro año más que finaliza y afortunadamente, tengo que decir que en líneas generales, ha sido agradecido conmigo.
Me ha dado salud, a mí y a los míos. Que cuando uno pasa de los 40 años, creo que es lo que más valora sin duda.
Y me ha dado muchos buenos momentos de risas con la gente a quien quiero. Y después de la salud, es lo único y verdaderamente importante de la vida. Esos "momentos de felicidad" que no vuelven y que hay que aprovechar al máximo.
Con respecto a este blog, se ha hecho mayor y ha cumplido 7 años. Ahí es nada.
Como sabéis lo que me seguís casi desde los comienzos, ha pasado a convertirse en un hobby porque mi trabajo actual está completamente volcado en el tema "sin gluten".
Pero tal vez por ello, las pocas tartas que voy haciendo casi las disfruto más. Ya que a pesar del trabajo que llevan, liarme con el fondant, los modelados... es siempre algo que me encanta, me apasiona y de alguna manera, me aísla del mundo y me relaja.
Así que hoy toca despedirse con la última tarta del año.
Acabada precisamente hace un rato para familia a quien es un placer hacérselas y llevo en ello ya más de 5 años. Es como una tradición. Y no sabéis que ilusión me hace cuando año tras año recibo el mail pidiéndomela.
Y en este caso es una tarta blanca, sencilla, navideña, elegante.
Os deseo de todo corazón que disfrutéis de estos días navideños con la gente que más queréis, viajando a países lejanos o como cada uno prefiera. De eso se trata al fina.
Y por supuesto, os espero el próximo 2019 con muchas tartas que repartan muchos buenos momentos.
Un beso lleno de cariño con todo mi agradecimiento por estar siempre al otro lado.
Helena
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