Hola buenos días.
Hoy tocaba publicar un post diferente pero lo que me ha sucedido estos días ha cambiado mis planes. Por diversos motivos quiero ser prudente en mi escrito así que no voy a dar nombres, pero sí quiero contaros los hechos.
A primeros de noviembre alguien contactó conmigo para pedirme un presupuesto de unas galletas navideñas. 300 ni más ni menos. Trabajo, mucho trabajo.
La persona que me lo pedía era alguien como yo, es decir, una pequeña "artesana" de lo suyo, que gracias a internet a podido sacar adelante un pequeño proyecto con mucho esfuerzo, ganas e ilusión. Pensando en eso, mi presupuesto fue ajustado al máximo. Y ella lo aceptó. Ambas partes contentas.
Le hice una muestra de 5 galletas para que eligiese 3 de ellas e incluso se las envié a Valencia (de donde es la persona) pagando yo el envío porque eso me lo pagaría luego con el resto.
Como lógicamente había que cumplir unos plazos, yo me puse a trabajar de inmediato. Semana y media después, con más de 2/3 de las galletas terminadas, decoradas y empaquetadas (y una buena contractura en mis cervicales) soy consciente de que aun no me ha hecho parte del ingreso que habíamos pactado.
De manera cordial, le envío un wasap diciendo que tengo las galletas listas para el envío, pero que por favor, me pague antes lo acordado. Esto fue el jueves de la semana pasada. A día de hoy todavía no me ha contestado. Por supuesto, no lo va a hacer.
Llegados a este punto, ¿cómo me siento? pues las fases por las que he pasado son varias y diversas: cabreada, enfadada, indignada; me he sentido tonta absoluta por haberme puesto a trabajar sin cobrar el adelanto; he tenido la sensación de que soy imbécil por haber confiado en la palabra de una persona a la que no conozco así, sin más.
Pero en este momento ya simplemente siento lástima: pero no lástima por mí, sino por ella. Porque no se puede ir por la vida teniendo tanto morro, tanta jeta.
Yo también he aprendido la lección. Pero mi forma de ser hace que siga confiando en la gente, porque soy así. Porque por muchos varazos que me da vida, no voy a cambiar. Y porque además me gusta pensar que la gente es buena. Simplemente, debo ser más prudente, más cauta (cosa que me va a costar, lo sé).
Y como decían en un programa de televisión, "le daré la vuelta a la tortilla" y las galletas que tengo hechas tienen un nuevo destino que aún no puedo desvelar porque es una sorpresa, pero os puedo asegurar van a ser un regalo solidario, lleno de espíritu navideño y que sacarán la sonrisa a muchos niños que lo necesitan.
Gracias por haberme leido. Y gracias por haber estado ahí como siempre.
Un beso inmenso
Helena
PD: mañana me voy a Barcelona al BCN&Cake. La semana que viene os cuento todo, todo, todo. Jajaja