Hola buenos días.
Tras dos meses de descanso, aquí estoy de nuevo. ¿Que tal estáis todas y todos?
Yo no me puedo quejar la verdad. Ha sido un gran verano que comenzó con el nacimiento de mi sobrina Abril, la primera niña de la familia. Así que os podéis imaginar lo mimada que va a estar.
Este año por circunstancias, no me quedé en Sanfermines.
Era la primera vez desde que tengo 16 años que no he estado ni un solo día. Y yo pensaba que no me iba a importar. Que lo iba a llevar bien. Pues ufffff... que equivocada estaba. El día 6 de julio la morriña, la añoranza, la pena enorme se apoderó de mí y ni mis enanos intentado hacer el tonto eran capaces de animarme.
Se me pasó, por supuesto. Pero tengo claro que mientras pueda, el 6 de julio siempre intentaré estar en Pamplona.
Y os preguntareis donde estaba. Pues en la playa. En mi refugio mediterráneo particular. En mi adorado y este año triste y terriblemente conocido por los brutales atentados yijadistas, Cambrils.
Allí donde pasé mi infancia y curiosamente también, mi marido (bueno, y medio Navarra, todo sea dicho); allí donde mis hijos tienen sus amigos y entran y salen de la urbanización a la playa felices de la vida; allí donde sentarnos en el chiringuito a tomar una cerveza fresquita mientras se pone el sol; allí donde tomamos un helado y mis hijos corren por el paseo.
Allí donde este verano la sin razón de unos fanáticos decidieron atemorizar y asesinar.
Allí disfrutamos de un mes de playa, de sol, de relax. De partidas de cartas a la luz de la luna y lecturas con el sol del atardecer (por cierto, para quienes aún no se la hayan leído, os recomiendo encarecidamente "Patria" de Fernando Aramburu).
Un mes voluntariamente interrumpido por un viaje, un maravilloso viaje familiar por las capitales del imperio austro-húngaro: Budapest, Viena y Praga.
Tengo muchas, muchísimas cosas que contaros de este viaje así que la semana que viene comenzaré con ello.
El mes de agosto ya en Pamplona mi marido y yo disfrutamos de "una semana de novios", ya que los chicos se fueron de campamento y nos dejaron solos. Y para que nos vamos a engañar. A gusto. Muy a gusto.
Que a los hijos se les quiere, se les adora y daríamos todo por ellos. Pero una semanita al año de "descanso" tanto para ellos como para nosotros, es absolutamente necesaria y genial.
Y el resto, pues lo que viene siendo un verano: piscina, comidas con amigos que se alargan hasta la cena; fines de semana en el pueblo disfrutando de la familia, del río, de coger moras.
Dos meses intensos y geniales que nos han recargado las pilas para afrontar con ganas y fuerza un nuevo curso escolar en el que como siempre, espero me acompañéis.
Un beso enorme
Helena
Yo no me puedo quejar la verdad. Ha sido un gran verano que comenzó con el nacimiento de mi sobrina Abril, la primera niña de la familia. Así que os podéis imaginar lo mimada que va a estar.
Este año por circunstancias, no me quedé en Sanfermines.
Era la primera vez desde que tengo 16 años que no he estado ni un solo día. Y yo pensaba que no me iba a importar. Que lo iba a llevar bien. Pues ufffff... que equivocada estaba. El día 6 de julio la morriña, la añoranza, la pena enorme se apoderó de mí y ni mis enanos intentado hacer el tonto eran capaces de animarme.
Se me pasó, por supuesto. Pero tengo claro que mientras pueda, el 6 de julio siempre intentaré estar en Pamplona.
Allí donde pasé mi infancia y curiosamente también, mi marido (bueno, y medio Navarra, todo sea dicho); allí donde mis hijos tienen sus amigos y entran y salen de la urbanización a la playa felices de la vida; allí donde sentarnos en el chiringuito a tomar una cerveza fresquita mientras se pone el sol; allí donde tomamos un helado y mis hijos corren por el paseo.
Allí donde este verano la sin razón de unos fanáticos decidieron atemorizar y asesinar.
Allí disfrutamos de un mes de playa, de sol, de relax. De partidas de cartas a la luz de la luna y lecturas con el sol del atardecer (por cierto, para quienes aún no se la hayan leído, os recomiendo encarecidamente "Patria" de Fernando Aramburu).
Un mes voluntariamente interrumpido por un viaje, un maravilloso viaje familiar por las capitales del imperio austro-húngaro: Budapest, Viena y Praga.
Tengo muchas, muchísimas cosas que contaros de este viaje así que la semana que viene comenzaré con ello.
Que a los hijos se les quiere, se les adora y daríamos todo por ellos. Pero una semanita al año de "descanso" tanto para ellos como para nosotros, es absolutamente necesaria y genial.
Y el resto, pues lo que viene siendo un verano: piscina, comidas con amigos que se alargan hasta la cena; fines de semana en el pueblo disfrutando de la familia, del río, de coger moras.
Dos meses intensos y geniales que nos han recargado las pilas para afrontar con ganas y fuerza un nuevo curso escolar en el que como siempre, espero me acompañéis.
Un beso enorme
Helena
Hola! Nos alegramos mucho de que hayas disfrutado mucho del verano y de que ya estes de vuelta! Ah y esperamos que te recuperes pronto que hemos visto por tus stories que estas pachuchilla... besis
ResponderEliminarHola Helena ¡ que verano más intenso ! me alegro mucho , aunque no he dejado de verte por instagram je, je, espero con asias ese post sobre el viaje, un besazo Mar
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